martes, 31 de enero de 2012

¿Haz visto mi nuevo motor?






Sé que durante estos últimos meses he estado escribiendo menos que antes.Si bien durante estos meses mis viajes se detuvieron, el motor que mueve y guía cada uno de mis tecleos : MI CORAZÓN...estaba averiado (y no me apena confesarlo porque habría de estarlo). A penas encendía.... no lograba prender más que un par de segundos y recurrentemente me tenía entrampada en una carretera sin salida. Aún cuando intenté de todo, si hasta me puse mameluco e hice de mecánica y oídos sordos a todo aquel que decía que mi motor no arrancaría, que "estaba hecho trizas y con el lo más profundo de mi ser"...."Que debía estar a salvo", "que era momento de ir por uno nuevo".
Hacer una cosa así era para mí el equivalente a volver a dar un salto al vacío, una apuesta arriesgada, un capítulo que volvía a cerrar sin ayuda de nadie, pero confiaba en mi, no sería la primera vez y tenía además una red de contención que llevaba el nombre de cada uno de mis amigos. Este gran cambio lo hice alentada por la misma persona que me insistió en "que ese motor solo daría dolores de cabeza": Mi madre.
Ojo, no culpo a nadie por lo ocurrido. No tengo cinco años, ni la ingenuidad de Angelo y Marcelo.... era obvio que el motor no funcionaría, hacía ruídos extraños, molestosos y vaya que pasé mucha vergÜenza por su causa... aún así aposté por él y creí que con una dosis de buen trato y poco recorrido caminaría. Porque estas decisiones (confiar, amar, renunciar) las tomé yo sola y sólo yo soy la responsable. Como dice mi padre, "Siempre tú la intrepida, ¿Pórque no eres como tu hermano?","la amante de lo difícil, los retos y las causas perdidas también.".
No fue tan fácil, confieso, pero me mantuve de pie y me llene de valentía para pedir un aventón y verlo luego desaparecer por la ventana trasera del auto a medida que la nueva máquina me traía de vuelta al mundo real y nunca más lo volví a ver.
Acá quiero decir que el amor es lo de menos, que un corazón roto se puede reconstruir, que uno se cura y que siempre habrá lágrimas porque sólo ellas te ayudan a fortalecer. Que la clave está en armar un corazón siguiendo como patrón tu pasión por las cosas que amas así como yo: escribir, marketear zapatos, comprar por supuesto, juguetear con mis sobrinos y subir al banano con la familia.
Las mujeres amamos con intensidad, entregando cuerpo y alma. Dicen que gozamos de una fortaleza inigualable que nos ayuda a superar el dolor del adios, la traición y el desamor. Muchos empresarios hoy deciden tenernos dentro de su staff por la garra y el carisma que nos caracteriza. Somos una gran caja de sorpresas pero una caja fuerte y a prueba de balas.