sábado, 1 de junio de 2013

Soltera en rehabilitación




Si conseguir novio fuera tan fácil como tener antojo de turrón de doña Pepa, no haríamos mas que correr al supermercado, comprar un buen pedazo, lamer hasta la última gota de miel y comer todas las bolitas de colores. Sin embargo, distinguir al candidato perfecto resulta mas difícil que correr una maratón con los zapatos mas caros de tu closet  sin sentir remordimiento.

Es un hecho comprobado por las estadísticas que habemos tantas mujeres solteras como corazones rotos. ¿No hay hombres acaso?....En una larga ojeada a mi alrededor he visto como los últimos que recuerdo se extinguen como las tradicionales casonas miraflorinas, dejando a su paso una zona inaccesible y mucho ripio que aun algunas solemos escudriñar justificando la sequía.
¿No hay más hombres? ¿Lo coreamos en el box de un karaoke entonces?. Curiosamente así como nos sorprende el sol de verano ad portas de invierno, yo encontré uno -otra bondad del intercambio comercial Peru Chile-y paradójicamente ahora la desaparecida, es la novia que llevo dentro. Y como si se tratase de una nueva pero letal droga, heme en rehabilitación.
¿Cómo hacer si llevas años abriéndote la puerta del auto, destapando botellas de vino y negociando la avería de tu intercomunicador y el cableado de tu nueva tele con el conserje de tu edificio?¿Cómo hacer si la vida y un desfile de cretinos te hicieron creer que lo puedes todo?
Para que negarlo, saber que una no esta sola cuando llega un resfrío, una crisis en la oficina o una tarjeta clonada es reconfortante. Pero pretender creer en finales felices cuando cumpliste con los requisitos, pasaste las entrevistas y aplicaste a la posición de novia perfecta mil y un veces sin recibir un recado de agradecimiento por e-mail, es casi imposible.
En todo este tiempo me he dedicado a comparar con amigas cercanas situaciones similares y el resultado es más de lo mismo: Un chico que parece ser el pata y que te chotea para tener con otra una relación en serio que presumir a los amigos, los que te usan de medio tiempo porque son casados pero "infelices" o por último felices en sus matrimonios, los que después de la melcocha inicial te chotean por el concierto de El Gran Combo o una noche en El Dragón.
A pesar de los riesgos, banderas rojas que me alertan y la cantaleta ensordecedora de mi padre que anda más preocupado por las consecuencias sociales, mas bien virtuales, de un posible fracaso, estoy en mi total y absoluto derecho de intentar, ceder y morir en el intento. Elegí después de un largo período, en quien volver a confiar, sin reparar en el ideal de padres, abuelos o la metete deshuecada  que te pregunta "¿En donde vive?" o "¿Qué auto tiene?"
Si, he buscado una versión que supongo me hará feliz: contemporáneo a mi, independiente económica, mental y emocionalmente. Alguien a quien admirar no sólo por su cara y/o cuerpo, con quien reír y con quien entenderme en el plano intelectual y porque no decirlo en todos los demás.
Y si vamos a hacer un balance, aparecen muchas banderitas verdes. Me hace feliz y no estoy feliz porque no estoy sola sino porque Me hace feliz. Disfruta de las cosas sencillas, ama probar cosas nuevas, quiere a mi familia y sobre todo le gusta reír conmigo. Me sorprende con pequeñas sorpresas que pensaba no existían. Me toma la mano, me presenta como la novia, respeta mis decisiones y un detalle importante quiere hacerme feliz.
Que carajos si todo el mundo se entera, si hay ahora a quien respetar, una nueva familia a la que amar y un pisco chileno que aceptar. Después de todo no puede ser tan difícil.
Así que ¿porqué no?. Ya me canse de buscarle 3 pies al gato. Me subí al vagón  y no pretendo bajar.