martes, 18 de febrero de 2014

El tren que me trajo a Febrero

Enamorarse. Que dos personas crucen sus vidas en eso que todos llaman "el mismo momento¨". Que no dejen escapar ese tren que dicen sólo pasa una vez, suena aterradoramente épico en estos tiempos que se imponen los cambios de estado en Facebook casi como si se tratase de calcetines y ropa interior.
Cualquiera que se haya enamorado sabe lo lejos que está el amor de una estación de tren y un típico día de Febrero. Quien se enamoró sabe que Febrero siempre acaba volviendo como los antagonistas de las películas, que cuando parecen muertos y enterrados sacan un puñal bajo la manga, sedientos de venganza y un nuevo despertar.
Así es Febrero. Siempre vuelve. Siempre tiene la última palabra. Como los zapatos de moda, el horóscopo o tu propia madre. 
Vuelve para recordarte que el tiempo pasa y debes llevar un novio a casa, formalizar una relación de antaño o en su versión menos embustera para incentivarte a consolidar un romance que debe durar por siempre.
Y no es que Febrero no me guste, más aún hoy que me encuentro - a todas luces- en rehabilitación de una soltería y hasta comprometida a un nuevo comienzo. Es que Febrero trae una carga pesada de hormonas y un absurdo alboroto que me obliga a solidarizarme con mis amigas solteras no porque la pasen mal, sino porque vienen siendo bombardeadas con granadas de discriminación mezcladas con lástima y prejuicio.
Será que Febrero ahora sabe a copa aguada, a derrota en la prórroga y a beso de despedida más que a trufas rellenas o un buen champagne. Será que ha calado tanto en la sociedad, que ha acabado por sabotear una amena salida entre amigas o buen momento a la luz de la vela o la luna simple y llanamente. Será que ejerce una presión más grande que las arrugas en tu frente o tu propio jefe.
Todo esto me hace extrañar mis épocas de niña en las que San Valentín se celebraba en el patio trasero del vecino, la piscina vacía de una amiga o en la canchita de enfrente con  goma de mascar, besos escondidos y una cuota de espontaneidad inolvidable.
Febrero es como el paso de los años, todos quieren que llegue pero cuando llega pocos saben cómo hacer con el.
Encontré que Febrero era un buen mes para escribir porque Febrero es un tren que regresa y que esta vez me sorprende preparando una boda para una importante legión de solteras, mis solteras favoritas a quienes les dedico hoy este post.

miércoles, 30 de octubre de 2013

De amor y otras batallas

Me gustaban aquellos viernes. Cruzaba a prisa la avenida y entraba a la cafetería como si fuera la cocina de mi casa. La manager igual que el muchacho de la caja me reconocían y aceleraban mi orden para que yo pudiera sentarme en la mesa de siempre a narrarle al computador la historia de una María que dejaba de creer en el amor pero que  siempre terca y optimisma volvía a las andadas, como atrapada en un círculo vicioso al mejor estilo de Corín Tellado.  Nunca pensé que en el camino este blog se convertiría en mi deporte favorito de autoayuda.
Jugué en el equipo de las solteras considerable tiempo de mi vida. Dios, la china  y mi madre no me dejarán mentir. De ese lado de la cancha conocí el amor no correspondido, el "soy yo, no eres tu" y los viajes, mas bien las huídas inesperadas a la tierra del nunca jamás. Es cierto, el score me robo muchas victorias aunque debo reconocer que mi manejo con el balón en ocasiones y con el tiempo se torno más sutil y menos porfiado. De lejos lograba divisar lo que sería una victoria y anticipar una derrota, un corner o una posición adelantada. Estoy consciente que quedaría mucho mejor dejando aquí por sentado que la pelota siempre estuvo en mi cancha pero quienes me conocen de cerca saben que no fue así. Tsu Zun dice que el arte de la guerra se basa en el engaño, en aparentar incapacidad, en golpear al enemigo cuando esta desordenado. No tengo claro que así fuera. Sí, que a pesar del expertise no lograba voltear el marcador en mucho tiempo, cuando lo ví a él, dándome un pase de media cancha  para que yo pudiera anotar y llevarme a casa el trofeo de una gran victoria, que en honor a la verdad ni siquiera ví venir.

Eso es todo?.A bajar la guardia pensé. Lo cierto es que el mundo de las relaciones es un campo minado, tan o más complejo que el de la soledad. Seamos honestos,  cuando una esta sola vive según sus propias reglas, si compartes tu vida con alguien estas obligada a usar el verbo ceder y eso en ocasiones es tan difícil como que Perú vaya a un mundial.  En situaciones, me sorprendo pensando exclusiva y únicamente en mi y solo en mi. Les habla una persona que visitaba su cocina sólo por casualidad, que vestía como quería aunque eso provocara desavenencias con el resto y  encontraba en su habitación la cura al imsomnio, la crisis y una decepción. No me interesaba conocer gente, era más feliz los fines de semana encerrada en mi habitación black out abajo, que exponiéndome a un lugar desconocido o al juicio de un tipo con el que muy probablemente estaba destinada al fracaso.  Increíblemente apenas 6 meses después estaba cocinando y difundiendo comida peruana, conociendo nueva gente, nuevas costumbres,  una ciudad y un país en el que nunca imagine planear un futuro, una empresa , una boda...
A veces es bueno perder la batalla, sufrir pero no morir en el intento, negociar sin perder escencia y respeto. Después de todo que tan malo puede ser planear un futuro mutuo y caminar 6 cuadras por un café de Starbucks si al final del camino te espera una sonrisa y un cartel que lleva tu nombre.
Dicen que uno empieza a vivir cuando deja atrás su zona de confort. No extraño mi época de soltera, creo que viví lo que debí vivir para llegar a disfrutar de este punto de mi vida, jugar otro partido y escribir un nuevo capítulo de esta historia esta vez con final feliz.












sábado, 1 de junio de 2013

Soltera en rehabilitación




Si conseguir novio fuera tan fácil como tener antojo de turrón de doña Pepa, no haríamos mas que correr al supermercado, comprar un buen pedazo, lamer hasta la última gota de miel y comer todas las bolitas de colores. Sin embargo, distinguir al candidato perfecto resulta mas difícil que correr una maratón con los zapatos mas caros de tu closet  sin sentir remordimiento.

Es un hecho comprobado por las estadísticas que habemos tantas mujeres solteras como corazones rotos. ¿No hay hombres acaso?....En una larga ojeada a mi alrededor he visto como los últimos que recuerdo se extinguen como las tradicionales casonas miraflorinas, dejando a su paso una zona inaccesible y mucho ripio que aun algunas solemos escudriñar justificando la sequía.
¿No hay más hombres? ¿Lo coreamos en el box de un karaoke entonces?. Curiosamente así como nos sorprende el sol de verano ad portas de invierno, yo encontré uno -otra bondad del intercambio comercial Peru Chile-y paradójicamente ahora la desaparecida, es la novia que llevo dentro. Y como si se tratase de una nueva pero letal droga, heme en rehabilitación.
¿Cómo hacer si llevas años abriéndote la puerta del auto, destapando botellas de vino y negociando la avería de tu intercomunicador y el cableado de tu nueva tele con el conserje de tu edificio?¿Cómo hacer si la vida y un desfile de cretinos te hicieron creer que lo puedes todo?
Para que negarlo, saber que una no esta sola cuando llega un resfrío, una crisis en la oficina o una tarjeta clonada es reconfortante. Pero pretender creer en finales felices cuando cumpliste con los requisitos, pasaste las entrevistas y aplicaste a la posición de novia perfecta mil y un veces sin recibir un recado de agradecimiento por e-mail, es casi imposible.
En todo este tiempo me he dedicado a comparar con amigas cercanas situaciones similares y el resultado es más de lo mismo: Un chico que parece ser el pata y que te chotea para tener con otra una relación en serio que presumir a los amigos, los que te usan de medio tiempo porque son casados pero "infelices" o por último felices en sus matrimonios, los que después de la melcocha inicial te chotean por el concierto de El Gran Combo o una noche en El Dragón.
A pesar de los riesgos, banderas rojas que me alertan y la cantaleta ensordecedora de mi padre que anda más preocupado por las consecuencias sociales, mas bien virtuales, de un posible fracaso, estoy en mi total y absoluto derecho de intentar, ceder y morir en el intento. Elegí después de un largo período, en quien volver a confiar, sin reparar en el ideal de padres, abuelos o la metete deshuecada  que te pregunta "¿En donde vive?" o "¿Qué auto tiene?"
Si, he buscado una versión que supongo me hará feliz: contemporáneo a mi, independiente económica, mental y emocionalmente. Alguien a quien admirar no sólo por su cara y/o cuerpo, con quien reír y con quien entenderme en el plano intelectual y porque no decirlo en todos los demás.
Y si vamos a hacer un balance, aparecen muchas banderitas verdes. Me hace feliz y no estoy feliz porque no estoy sola sino porque Me hace feliz. Disfruta de las cosas sencillas, ama probar cosas nuevas, quiere a mi familia y sobre todo le gusta reír conmigo. Me sorprende con pequeñas sorpresas que pensaba no existían. Me toma la mano, me presenta como la novia, respeta mis decisiones y un detalle importante quiere hacerme feliz.
Que carajos si todo el mundo se entera, si hay ahora a quien respetar, una nueva familia a la que amar y un pisco chileno que aceptar. Después de todo no puede ser tan difícil.
Así que ¿porqué no?. Ya me canse de buscarle 3 pies al gato. Me subí al vagón  y no pretendo bajar.



martes, 12 de febrero de 2013

Un boleto de lotería llamado amor






La otra noche, algo me fastidiaba y no eran las luces de los aviones que veía a través de mi ventana despejada después de una atroz neblina (neblina debía llamarse) o la alarma del automóvil de un vecino con problemas de sordera. Acababa de ver a una amiga, una de esas mujeres fuertes e inteligentes que tanto admiro por su disciplina y sociego, por sus respuestas precisas, su amor desmedido a la vida y respeto infinito al universo. Me retumbaba su mirada perdida entre los elefantes de cerámica que adornan su sala más que augurar buena suerte los últimos días. Mentiría si describiese como se sentía ese día. A mi me bastaba con que hubiera salido de la cama, tomado el ascensor y alcanzado la mesa en la que yo la esperaba con un café calentito y unas enormes ganas de arrancarle una sonrisa, quizás la primera del día. ¿El amor existe? Y si existe ¿acaba? me preguntaba mientras ella se hacía un sitio al lado mío para acomodarse o quizás para contagiarse de mi agitado ser (muchos dirían alocado)algo alborotado por la sesión de fotos de uno de los condominios con los que trabajo. Marita perdió a Federico hace poco más de un mes y luego de confesarle frente a su lecho que indefectiblemente él había sido el amor de su vida. No es la primera vez que escuchando a mi amiga afirmarlo, siempre con la esperanza que mis películas favoritas tengan asidero real, quiero creer que existe un tal para cual. No sé ustedes pero a mi me sobran los dedos de una mano para reconocer o intuir qué parejas tienen la suerte de compartir amor verdadero luego de una larga jornada de convivencia en la que la tos ajena molesta, las pichangas de futbol se vuelven una bendición y los pelos en la ducha la peor de las maldiciones. No tengo nada en contra de nadie, pero son muchos los comprometidos que conozco que hace mucho le bajaron el dedo a sus conyuges o para ser más exactos a sus compañeros de vida y guardaron bajo siete llaves el secreto de su relación. Ni que decir de los que viven en negación, consideran que mueren de amor pero que sacar los pies del plato de vez en cuando oxigena su añeja relación como si se tratase de un buen vino mendocino(No sé si es una moda reciente, o siempre ha sido una costumbre de muchos hombres gilear, coquetear y afanar a una chica soltera estando con enamorada, novia o en peores casos, esposa. ¿Soy solo yo o en la tierra ha habido una invasión de conchudos?) Sé que para algunos puedo sonar malhumorada o renegona, sólo escribo sobre lo que en realidad creo. Pero no seamos aguafiestas, historias como las de Marita nos hacen creer en las coincidencias, esas que pueden funcionar o no, pero ya es cuestión nuestra. Nuestra voluntad es vital. Y el crédito o las consecuencias que tengamos que sufrir, solo nos las podemos atribuir a nosotros mismos. He llegado a la conclusión que no importa el cómo pero sí el cuándo. El verdadero amor, en mi humilde e incipiente opinión,se vuelve tal cuando te das cuenta que no hay sentido o razón de ser sin tu otro yo, aunque éste luzca desaliñado, regordete, mal trecho; con un tanque de oxigeno, una silla de ruedas y pulmones a medio andar. Un ejemplo, el caso de mi querida Cris. Bella aunque pasen los años. Amante de la vida, el glamour y los viajes. Ella la que todo lo sabe y todo lo combina, cumplió 52 años de casada con Gonzalo y con ellos su sueño de conocer Europa aunque para ello tuvo que prescindir de su fiel escudero, su amigo del alma, el amor de su vida. Quien por sus limitaciones físicas y deficencia pulmonar, esta vez no la guiaría con los planos ni el cambio de moneda y sólo se conformaría con conocer Europa gracias a su voz y el hilo telefónico. Sólo un loco enamorado le pide encarecidamente a su sacrificada dama que detenga sus cuidados, no renuncie a sus sueños y cruce el charco por amor a él. Gonzalo partió con su balón de oxigeno portatil, su enorme amor a la vida y un corazón valiente antes que ella pudiese mostrarle sus fotos y el boleto de lotería anunciara el premio gordo que paradojicamente sólo él se llevo a la gloria. Nunca he comprado un ticket de lotería, pero si tuviera a Gonzalo en frente le diría que se lo ganó anticipado. Cuando Cris llegó a su vida y que ya quisiera yo gozar de tremenda suerte. Finalmente, como dice mi buena amiga Jessi, el panorama resulta ser alentador. Si historias como las de Marita y Cris cobraron vida en pleno siglo 21 es porque la palabra amor tiene un gran significado.

miércoles, 23 de enero de 2013

Espejito, espejito...

Fueron 5 y no 2 las voces inquisidoras que erizaron mi piel tostada por el Hawaiian, bloqueador de 50 y el villano sol de principios de año. Soltandose más fácil que hilo de madeja dejado caer desde uno de los pisos más altos de mi edificio la pregunta ...Y tú porqué sola?? me trajo de vuelta y sin escalas a la realidad oculta trás mis maravillosas fotos de Cartagena de Indias y Santa Martha en Año Nuevo. Un viaje de vacaciones, te ayuda a disipar el estrés de diciembre pero cada parada de aeropuerto te recuerda que sólo tú empujas tus maletas y que al final de la manga no aguarda por ti un fuerte abrazo, un peluche y menos flores; nisiquiera un conductor de taxi con tu nombre mal escrito. Para que negarlo, la presión se siente y a veces entra por ese huequito que a veces dejamos descubierto porque ese día todo salió mal en la oficina, nos enfermamos y no tuvimos quien nos cure esa tos o porque nos damos cuenta que ese imbécil no volvió a llamar. Porque nos decepcionamos de quienes más queremos o porque nuestras hormonas nos juegan una mala pasada (sí, esos días no son los mejores para enfrentar al mundo sola, si lo sabremos las mujeres). Y de pronto sentimos que le debemos algo no a una persona, a tu mamá ni a tu papá que tiene el traje Hugo Boss apenas estrenado esperando el gran día, sino al planeta entero; y dan ganas de suplicar disculpas por no tener enamorado, novio, marido o algún pretendiente que nos alegre el verano (no digo amante porque eso públicamente es “mal visto”, casi tanto como estar sola porque está implícito el tema s-e-x-u-a-l pero shhhh! no se lo digamos a nadie). Estamos tan nubladas que ya estamos respondiendo en Facebook a algún tipo que se acordó que estabas viva poco despues de dar la medianoche, haciendole ojitos al vecino que comparte el ascensor contigo, devolviendole la llamada a uno de nuestros ex (alguno casi-decente y soltero) que quiere que atraques de nuevo o simplemente convirtiendote en la drama queen de una historia que creaste en tu cabecita loca porque el desadaptado que te gileaba no se atrevió a confesar que estaba más comprometido que Montesinos. Porque además de mujeres independientes somos humanas y sucumbimos ante cualquier estímulo externo como cualquier otro ser. Sí, tenemos el derecho de hacer y/o pensar cualquier bobada de estas, después tenemos todo el derecho de descartarlas y un rato después tenemos todo el derecho de reírnos de nosotras mismas por lo ridiculas que podemos llegar a ser. Y no porque sean opciones ridículas sino porque lo son para mí ahora. Bueno, todo esto solo son reflejos retorcidos de los espejos en los que tenemos todo el derecho de mirarnos. Tenemos todo el derecho de sentir miedo. Todo. ¿Creen que no lo tengo cuando en mi familia le revientan cohetes solo a los que se emparejan y reproducen?, ¿cuando veo la recata fila de fotos de hijos de mis amigos en Facebook? o ¿como cuando soy una de las pocas solteras de la reunión? La otra vez me encontré con alguien a quien quiero en la panadería de la esquina. Cuando nos abrazamos sentí exactamente lo mismo que cuando dejé de salir con él. Me sentí protegida, pero respaldada por mi interior que decía que pese a lo maravilloso que era, él no era para mi. Él siempre fue un buen espejo en el que me vi sin rajaduras ni distorsiones. En sus ojos, en sus palabras me encontré como suelo mirarme, como debo mirarme, como me miro. Y me di cuenta de la razón, que es bastante simple la verdad, él me quiere. Ahí está la clave de todo. Al miedo hay que mandarlo a pasear. Porque aunque está bien sentirlo, es mejor dejarlo ir. La soltería, la soledad, la edad no son errores que uno comete, por lo tanto, no tendrían que ser juzgados. Son estados y punto que incluso están más asociados a la experiencia y ella a la madurez. Por ello me encanta que este sea mi primer post del año. Cumplí un año sola y no tengo miedo de seguirlo. Y si la presión vuelve a estallar, estaré yo para protegerme, y obligarme a no dejar de quererme.

lunes, 11 de junio de 2012

¿Soltera a la redonda?.....



Estaba en el chat con un amigo con el que me río, reniego; con quien solía distraerme en un karaoke, montando bici o simplemente divagando sobre arte y el arte amar precisamente, al que le decía que estaba harta, especialmente de los hombres, o mejor dicho de mi relación con ellos. Acaso ya todo está dicho? Abandonar a Morfeo al dar las 8, joda a la hora de vestir, Caramel Macchiato Starbucks al vuelo, una jornada en zapatilandia (mi trabajo o segundo hogar sino es el primero)y regresar justo antes que Dr. House decida pegar sus grandes ojos. ¿Estoy condenada a marearme escogiendo que me pongo, salir al trabajo sin desayuno y no tener a quien contarle las últimas genialidades de mi jefe más que a la almohada y las cuatro paredes de mi habitación?. He llegado a la conclusión que la soledad y el invierno en Lima son mala combinación. Pero cómo calmar la odiosa ansiedad que se incremnta por estos días como tu antojo por chocolate. Creí que la peluquería resolvería el dilema hasta que empezaran a notarse las nuevas raíces y allá fuí. Luego de haberle sacado la vuelta a Gladys, mi estilista, con cuanto gay stylist se cruzó en mi camino y cuando empezabamos a concentrarnos en el color de mi cabello, llegó cual embustera de cuentos de hada la última novia que colmó mi copa, de Chardonnay por supuesto, anunciando a voz en cuello que se comprometía en el 2013 y sobre todo sólo días antes que yo cumpliera 36. Juro que en ese instante me mordí los labios y no salte sobre ella cual gata rabiosa por decencia y respeto a Rossi Salinas. ¿Qué les pasa?¿Estamos todas locas? o ya olvidamos los grandes eventos de solteras: viajes a donde ningún dedo te llegue a señalar, juergas sin tener a quien confesar--borrada de casette de por medio--,y amoríos por los que no llorar.¿ No hay ninguna soltera simpática y con buen tema de conversación a la redonda?. Acaso Lima esta plagada de novias, anillos de compromiso, aros de matrimonio o huellas de ellos en dedos de millones de caballeros, perdón caballos que decidieron echarse más de una cana al aire y pululan por la ciudad como si este 21 de diciembre realmente se acabara el mundo. ¿Dónde estamos?, ¿en qué momento la diversión terminó?. Acaso lo único que queda es divagar en un mundo de novias malcriadas, esposas sumizas y recatadas, sacavuelteros y bebes llorones que no son de ningún modo mis 3 principitos. ¿Dónde están esas mujeres que aman la moda, los zapatos, los sellos de sus pasaportes, los master degree, el botox y su propio closset?.  Estas semanas y dados los últimos acontecimientos, he estado pensando en la posibilidad de tirar la toalla en esto de mi búsqueda de amor o como dice mi madre de buscar como huir de el y hacer más placentera la estancia en mi departamento de 3 habitaciones que aún ideo como llenar para enfrentar el crudo invierno que se avecina y sobre todo la estancia conmigo misma y creo saber por donde empezar. Debo de dejar de recriminarme que elijo mal y de modo recurrente, defecto de fábrica, quizás? (hablaré con mi papá al respecto)y que aplico la ley del mínimo esfuerzo, el dejar que los hombres se acerquen a mí (y yo no a ellos)y no cortar una historia cuando mi sentido común me lo exige o el mismo serenazgo enciende sus luces de peligro. Y es que cuando alguien me gusta en realidad, me precipito, me apasiono, me vuelvo socialmente repudiada por mis amigas a las que acoso con tanta palabrería anticipada sobre un chico al que ni conozco bien, con el que no sé que pasará ni el día de hoy, y menos, mañana. Pues también he de confesar que he caído en esto de sentirme sola y meterme con un peor es nada; pero si algo rescato es que la distancia que he mantenido con el sexo opuesto me ha servido para llegar a buen puerto, sola pero a salvo de un accidente en moto, una pernoctada de auto en plena playa, una vida de familia con un bartender o un amante de los gatos de los que me reservo el comentario por respeto a una querida amiga que los adora y yo a ella. El pasado me dio la razón. Los malos contrincantes terminan pagando sus culpas, es decir, coleccionando los trofeos de la derrota. Justo lo que no me pasa a mí ahora. Por ello he decidido no recriminarme y responder en silencio y con una abierta sonrisa, al cuestionario habitual de las tías entrometidas, a mi abuelita (ella lo pregunta por genuina preocupación y porque me quiere, ya lo sé), a las amigas que te miran por encima del hombro porque ya tienen un hombre y demás curiosos especímenes. Pero por más aterrador que a veces parezca “lo desconocido” (porque el futuro es lo que aún no pasa y lo que jamás sabremos), me tranquiliza pensar en mis desiciones pasadas. Pues ahí vienen casi siempre las buenas noticias. Decidida a vivir mi presente estoy en clases de Retail porque siento que tengo que aprender de algo que me gusta. He vuelto a escribir porque me gusta encandilarme y encandilar a los que quiero con curiosas historias que amenizan la estancia en solterilandia. Me divierto con mis sobrinos hablando de Iron man, Mc Queen y Perry el ornitorrinco. Me gusta que Giacomo ya sepa decir tía, porque está en la etapa en la que repite como un lorito sonriente las pocas palabras que sabe). Preparo mi viaje de cumpleaños porque me apasiona pasear y brincar por tierras desconocidas. Hago reír a mi madre quien suspira cada vez que le cuento que conocí un chico. Descargo mi lado oscuro en el blog. Claro, a veces siento que la nostalgia me invade. Otras, me gana. No me gusta ningún chico. No veo a nadie en mi futuro cercano solo a las plantas que dejó mi madre en casa que muy pacientes me acompañan a fumar un cigarrito, mientras pienso que no soy una causa perdida, aún no. No sé si dejar de buscar novio, esperar encontrarlo, quererlo o desearlo sea una buena idea. Una buena idea sí es cambiar de estrategia y disfrutar de los pocos espacios que te permiten estar sola y feliz. Después de todo como vimos líneas arriba estar sola no es sinónimo de ser una perdedora y a mí me quedan varias peleas que ganar. 

lunes, 14 de mayo de 2012

Noche de copas, noche loca....


Viernes, 11:51 de la mañana, sed descomunada, cero productividad y menos ganas de enfrentar al inhodoro para devolver el cocktail de Claudia Paez de ayer. Esto de vomitar nunca fue mi fuerte, tampoco la buena cabeza para el trago...y porsupuesto el amor, sino que lo diga mi abuela, que vive recordándome que el tren se me pasa, aún cuando todas sabemos que el más lento del mundo esta acá en Lima y encima es eléctrico. A estas alturas ya no sé que cosa es más fuerte si esta resaca de viernes o el hecho de no recordar donde quedó mi buen juicio; si es que alguna vez lo tuve, definitivamente sí: antes de mezclar champagne con whisky. Lo cierto es que ahí estoy de nuevo en medio de una sofera resaca, pero una particular-más que el Markham College- no recuerdo mucho y lo poco que sí, me avergÜenza. Como hacer si tienes 34, se te pasaron los tragos y caíste en el juego del típico aprendiz de pendejo que con su pose de muchacho decente y trabajador no engaña a nadie, sólo a una ebria doncella que tiene todo el derecho de perder el rumbo de vez en cuando. Y lo peor de todo no puedes ir tras él, porque ya estás bastante grandecita para echarle a otro la culpa de tus desgracias. ¿Cómo haces si quieres partirle la cara y pedirle que mantenga en secreto los dulces susurros que por error o añoranza de quien sabe que otro imbécil que se cruzó en tu camino, dejaste escapar, presa de la bebida y siendo honestas, de un par de canciones de Gianmarco y uno que otro pucho?. En fin, asumo que si llegaste a este párrafo algún día borraste casette y andas por el mundo con cara de consternada sin saber cómo hacer para meterte bajo tierra junto con el proyecto del Metro en Lima y no salir en años. Aquí unos tips: Déjalo ir A estas alturas ya estás grandecita como para comprender que hagas lo que hagas nunca podrás tener de novio a Brad Pitt, protagonizar una pela con Leo di Capprio y menos borrar tu pasado y reemplazarlo por un momento grato con tu perro, tu gato o el que fue "tu peor es nada". Es imposible. Por más que te lamentes no lo lograrás, creéme, intenté hacerlo millones de veces y lo único que hice fue perder mi tiempo y varios cabellos en el intento. Todo pasa Aquí es cuando tienes que echarle un vistazo al manual que tu madre grabó para ti de tanto mencionarlo. "Lo que no te mata te hace más fuerte". "Ya pasará". "Todo pasa". Y es cierto, sino como explicas que tu primer amor sea uno de tus relatos preferidos a la hora de tomar un chardonnay con tus amigas, aún cuando el maldito te echó de su vida sin dar razón alguna para andar con los amigos o discoteckear cuando a ti por la edad no te lo permitían. Enfocate en otra cosa Primero que nada recuerda que pocas cosas le dan a la mujer más confianza y elevan su autoestima que ser vistas con un gran escote o un par de zapatos taco aguja. De modo que si se te pasaron los tragos, descuida, todo lo demás que hiciste esa noche, tendrá menos reelevancia a lado de tu espectacular atuendo o sensacionales zapatos. Por eso si piensas beber, cerciórate de usar lo mejor de tu armario y pedir la compañía de una buena amiga. Ya sabes, eso que dicen de dime con quien andas.... es cierto. Revisa tu BB Y pásale la voz a esa amiga que pese a tus suplicas te sacará de los pelos de una reu si tu estado te juega una mala pasada. Yo ya encontré a una. Y finalmente yo también creo que hay que besar unos cuantos sapos hasta besar al indicado. Además todo en esta vida se trata de acumular experiencias y sensaciones para saber cuál evitar y/o atraer en un futuro. Entonces suerte y salud!