lunes, 21 de febrero de 2011

Otros sitios, nuevos cuentos y más reencuentros...

Cristi es mi amiga del colegio. Con intervalos más o menos largos hemos sido amigas durante toda la vida. En su infancia, la recuerdo con cabellos templados, corajuda y sobria al vestir. Quizás era su manera de protegerse del mundo y como no si se trataba de la guardiana del grupo. De grande y después de poco más de 10 años hizo la que yo llamo su primera y gran mudanza al mundo real...ya la echabamos de menos


Raquelita, llegó a mi vida en época universitaria y llegó para quedarse, su estilo trendy y atrevido sedujo de inmediato así como su sentido del humor y búsqueda del amor verdadero en la que caminamos y tropezamos juntas.
Nile apareció en el grupo como la revelde sin causa. Relajada como ella sola y responsable del chacra look que paseabamos por las playas de Huanchaco y Delicias. Sus inseparables hojotas vieron rendirse a una decena de chicos que gustaban de su aire natural y atrevido.
Mientras eso sucedía yo había vivido en 6 casas distintas, estaba lejos de papá y mamá, y buscaba independencia. Por eso una de las primeras cosas que hice fue correr a las surf shops y llevarme lo que pudiera. La idea: lucir cómoda pero auténtica... aunque de tablas no sabía un soberano comino.

















Conforme ha pasado el tiempo se han ahondado las diferencias en nuestros estilos de vida y porque no decirlo de vestir también. A la vez, se han acrecentado la comunicación y la complicidad. Cristi debe analizarlo todo al detalle porque sus desiciones afectan a un selecto grupo de muchachos por los que vive y muere. Raquel sigue temiendole a las palomas y toda ave que se le parezca pero también creyendo en el amor. Nile...vaya admiro a Nile nunca tirará la toalla y seguirá en su honda cool y relax. Y yo me lanzo de nariz a todo trapo que me seduzca y si se trata de un escaparate mejor.
En cambio puedo pasarme horas conversando y riendome con Cristi, de quien un amigo dijo alguna vez que era una de las pocas mujeres que lo animarían a asentar cabeza, con Raquelita (mi cómplice) y Nile que lo aguanta todo hasta mis abruptos intentos por cambiar su look.

Somos mujeres con más coincidencias que diferencias que comprendieron que no sólo el amor puede aliviar la soledad actual, sino tambien la amistad, y que la felicidad no es un derecho sino un combate diario que es preciso vivir en el momento en que se cruza en nuestros caminos.

1 comentario:

  1. Tenemos tantas coincidencias que la última vez juntas vestimos de rojo y negro sin acordarlo.

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